“Solucionadores” de problemas
¿Cuántas ocasiones al día nos encontramos tratando de resolver problemas a los que no les podemos dar solución? ¿Cuántas veces nos apresuramos a implementar una solución, sin estar seguros de cuál es el problema?
Cuando surge un problema en el área de trabajo, por lo general pueden ocurrir dos cosas: buscamos responsables o llamamos a juntas.
Si bien no sucede todo el tiempo, es común que reunamos a los involucrados (y en ocasiones hasta a los que no lo son) para apresurarnos a buscar una solución; estas acciones, además de complicar las cosas, generan una pérdida de tiempo que al final podría ser muy valioso. Por ejemplo, de acuerdo con un estudio realizado por Workmeter el 61% de las reuniones de trabajo están programadas y el 39% constituyen reuniones imprevistas o improvisadas. Imagina la cantidad de tiempo y estrés que podríamos ahorrar si no tuviéramos que realizar estas últimas.
En esta ocasión no queremos hablar de juntas productivas, sino para mostrarte cómo los métodos, el orden y la reflexión se pueden traducir en mejores resultados.
Día a día enfrentamos situaciones en las que se presenta algún conflicto que debemos resolver; cuando estamos acostumbrados a seguir procesos (que ni siquiera estamos seguros de que funcionen, pero de cualquier manera cumplimos con ellos) implementamos soluciones que nos enfrentan al tan temido resultado de “parches”, y con esto nos referimos a que utilizamos soluciones emergentes que a la larga terminan por complicar las cosas, en lugar de servir como solución definitiva.
La capacidad para resolver problemas es muy apreciada en las empresas, y como selfmaker, con toda seguridad es una competencia que tienes más que presente y muy ensayada, ¿recuerdas que la ocasión pasada te identificaste con tu tipo de selfmaker? Piensa ahora, de acuerdo con tu perfil ¿cómo resuelves problemas? ¿te atreves a dar soluciones? ¿te aventuras a poner en marcha soluciones que no estás seguro de que funcionen, pero que parecen ser lo mejor?
Reflexiona un poco sobre tu perfil y pregúntate desde que ángulo estás buscando soluciones, porque mucho podremos escuchar acerca del análisis de problemas, pero de nada sirve si no lo ponemos en práctica.
Un ejercicio que podemos realizar para formar un hábito antes de lanzarnos a implementar cualquier solución es:
- Escribe el problema, si te es posible redúcelo a una frase; no lo relaciones con otra cosa, no incluyas a los involucrados, solo escribe el problema.
- Una vez que tengas el problema en una frase, responde ¿cómo llegamos a esto? Traza una línea y escribe todo lo que tuvo que pasar para que se generara ese problema.
- Enlista a los involucrados en el problema. En este punto puedes detectar a aquellas personas que pueden estar dispuestas a colaborar, pero en realidad no aportan ninguna solución.
- Desglosa la función de cada involucrado y las acciones específicas que deberían realizar.
- Ahora propón al menos tres soluciones y enlista paso a paso la solución.
Puedes realizar esta actividad en solitario o bien involucrar a otros miembros del equipo de trabajo.
Sabemos que diariamente hay situaciones que deben resolverse de manera emergente, pero el método que proponemos no es solo para resolver situaciones que ya están en un punto máximo; fomentar la prevención en los equipos de trabajo es fundamental para la una buena operación de los procesos.
Puedes, por ejemplo, utilizar este método para analizar los procesos, o soluciones que ya se hayan implementado. Piensa en los cambios que habría en tu trabajo si lograras que antes de aventurarse a una solución fuera posible analizar ¿Qué fue lo que ocasionó el problema y cómo podemos prevenirlo? De inicio te aseguramos que habría gente menos molesta por dedicar tiempo a situaciones imprevistas, reduciría el estrés y acostumbraría a todo el equipo a pensar y a actuar de manera más organizada.
Con información de http://es.workmeter.com/blog/bid/360602/pasamos-demasiado-tiempo-de-trabajo-en-reuniones