Encontrar la motivación para realizar nuestras tareas no es sencillo, a diario miles de cosas nos distraen y utilizamos soluciones emergentes, pero comprometerse a una tarea a largo plazo, siempre implica un nivel de compromiso más alto, que no siempre estamos dispuestos a adquirir.
En otros artículos hemos planteado que una de las claves de ser selfmaker es realizar tareas estratégicas que nadie más realiza; pero además tener la motivación suficiente para realizarlas. Sin embargo, esto no siempre es así.
A veces, para sentirnos motivados es necesario conocer nuestro lado oscuro, ese lugar al que llegamos cuando nos damos cuenta de que si nosotros no resolvemos la tarea que tenemos delante nadie más lo hará, y entonces nuestros deseos de hacer las cosas salen más del hartazgo que del verdadero compromiso de producir un cambio.
Esto no es necesariamente malo, seguramente todos en algún momento nos hemos dado cuenta con desilusión que nadie más tiene el compromiso para cambiar las cosas, pero también nos preguntamos “¿para qué hacerlo?, de cualquier forma, a nadie parece importarle”.
En esos momentos es cuando nos ponemos a prueba a nosotros mismos; cuando formamos parte de un equipo de trabajo, cada integrante tiene diferentes niveles de motivación para hacer las cosas, y no todos se involucran de la misma manera o quieren adquirir el mismo nivel de responsabilidad.
Entonces, cuando llegamos al hartazgo de preguntarnos si realmente vale la pena, al emprender una tarea, ¿Cómo hacemos para seguir adelante?:
Cuando te preguntes si realmente el haber llegado al límite de una situación insostenible es tu verdadera motivación, probablemente te darás cuenta de que detrás de todo eso, está otra razón para hacer las cosas, y esa razón tiene que ver con que, aunque el exterior parezca desfavorable, sabes que aportar soluciones o cambiar tu entorno, modifica tu vida personal y profesional.
A veces nos impulsa el hartazgo, y a veces nos detiene el miedo; las dudas sobre nosotros mismos pueden hacer que la búsqueda e implementación de soluciones sea más lenta o que incluso nos cueste trabajo emprender ideas, pero al final del día, decidirnos a hacer las cosas es lo que puede cambiar cómo vivimos el día a día de un proyecto.
Explora las soluciones que puedes aportar, busca en tus recursos, integra nueva información y no olvides que al final, cada vez que te atreves a hacer algo, superas un obstáculo que te permite añadir nuevas habilidades a tu perfil profesional y personal.