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Planear o resignarse

planear y resultado raro

 La habilidad para planear nos permite no sólo crecimiento, sino realizar proyecciones que en muchos casos son necesarias para mantener un negocio, resignarse puede ser opción cuando si tenemos éxito. En el ámbito personal la planeación nos permite, desde tomar unas vacaciones hasta saber qué queremos estudiar, cuál será nuestro próximo proyecto o algún paso en nuestra carrera profesional. Pero ¿qué pasa cuando el resultado de lo que planeamos no corresponde con la realidad?

 Para poder anticiparse y crear seguridad, nuestro cerebro está generando constantemente expectativas. Un ejemplo muy simple de esto es el comer: es una de nuestras necesidades básicas y cuando pensamos en comer, nuestro cerebro activa mecanismos que empiezan por la vista y el olfato, y guiados por estos mecanismos elegimos nuestros alimentos; si se ven bien y huelen bien esperamos que tengan buen sabor y viceversa. Sin embargo, hay comida en el mundo que puede no verse tan bien y tener un sabor increíble o verse espectacular y tener un sabor no muy agradable.

 Cuando damos la primera mordida ajustamos nuestras expectativas de forma positiva o negativa, y esta situación la enfrentamos en forma cotidiana.

 De primera instancia esta situación puede ser interpretada como algo negativo, cercano incluso al fracaso; la primera idea que nos viene a la mente es que al no lograr los resultados que esperábamos entonces algo salió mal.

 Sin embargo, siempre podremos aprender de cuando las cosas no salen como esperábamos; también es necesario ver la otra cara de la monedsa y esto es que, aunque las cosas no salgan como esperábamos a veces el resultado es mejor o simplemente diferente pero no necesariamente malo.

 ¿Cómo podemos lograr evaluar el ajuste que tuvieron nuestras expectativas? Te invitamos a utilizar el siguiente cuadro para valorar tus resultados :

¿Qué esperaba que sucediera?

¿Qué sucedió?

¿Qué pasos planeé para llegar hasta aquí?

¿Qué pasos seguí?

¿Qué factores externos consideré en mi plan?

¿Qué factores externos no pude controlar?

¿Cómo planteé saber que había logrado mi objetivo?

¿Cómo supe que había alcanzado el resultado?

¿Qué pensé que iba aprender?

¿Qué aprendí?

Al finalizar, analiza de forma objetiva el resultado y probablemente te darás cuenta que tal vez no obtuviste lo que querías, y que haya sido diferente no lo hace malo, solo es distinto; que el camino que recorriste fue igual o más valioso del que planteaste y que los resultados que obtuviste son incluso mejores.

 Realizar este ejercicio de forma regular te ayudará a valorar el camino y los resultados que obtuviste, pero especialmente a saber que cuando las cosas cambian en el camino también pueden llevar al éxito y que nuestra flexibilidad será lo que defina cómo queremos vivir nuestros logros.

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