Cuando leemos o escuchamos sobre emociones en el trabajo, el llamado general es a ser inteligentes y controlarlas; por protocolo, siempre debemos dar la respuesta más amable o tener el comportamiento adecuado para no provocar enfrentamientos.
En muchos casos podemos lograrlo y colaborar con armonía; sin embargo, existen otros compañeros para los que puede ser más difícil controlar sus emociones y entonces provocan rencillas y frustraciones en el equipo.
Pensemos ahora qué se siente ser selfmaker:
-Motivación. Es normal que te embargue un sentimiento de motivación por realizar tu trabajo y sacar adelante tus actividades, enfocarte en las áreas de oportunidad o buscar mejoras en tu lugar de trabajo.
-Satisfacción. La que se hace presente cuando logramos sacar adelante un proyecto o dar resultados.
-Frustración. Cuando no logramos materializar lo que tenemos en mente; esta frustración puede ser hacia nosotros mismos o cuando por factores externos no logramos nuestros objetivos.
-Enojo. Si los miembros del equipo no responden como deseamos o no tenemos los recursos necesarios para sacar adelante nuestros proyectos.
-Tristeza o decepción. Cuando intentamos impulsar un cambio y éste es frenado o no resulta funcional por el momento.
En otros artículos hemos hablado de la importancia de analizar la raíz de los problemas antes de tomar de decisiones, pero sobre todo antes de emprender soluciones.
El caso de las emociones no es diferente, sentir es normal y válido, podemos experimentar más de una emoción al día y en ocasiones hasta sentimos como si todas se manifestaran juntas; y al igual que cuando tratamos de resolver un problema es importante pensar en nuestro estado emocional.
Comúnmente podemos leer que las emociones en la oficina deben ser neutras y controladas, leemos consejos sobre cómo mantener la calma, pero también hay situaciones en las que esto no corresponde a la realidad ¿debemos bloquear lo que sentimos para estar bien en nuestro lugar de trabajo?
La respuesta es no, no es posible pensar que siempre estaremos calmados y tendremos la mejor respuesta, seguramente de vez en cuando seremos impulsivos y responderemos de manera que puede no ser la más adecuada; no es lo más conveniente pero no es necesariamente malo.
La única forma en la que podemos mantener el control de nuestras emociones es conocernos a nosotros mismos. Cuando sabemos qué es lo que nos causa enojo, frustración, tristeza y sobre todo comprendemos que las respuestas a las emociones son una decisión, podremos responder con más tranquilidad.
Qué podemos hacer:
-Repasa tu día para ser consciente de las emociones que sentiste.
-Recuerda a las personas involucradas en la situación y siempre considera, una persona puede hacer algo molesto, pero tú eres el que decide si te enojarás o no por tal comportamiento.
-Al final toma consciencia de si las emociones que sientes en su mayoría pueden llevarte a sentirte satisfecho con lo que haces, de otra forma considera que tal vez debas cambiar de ambiente laboral.
Recuerda que tu bienestar emocional es responsabilidad propia, y que a la larga influye en las decisiones que tomas, por ello nunca trates de renegar de emociones que te incomodan, acéptalas, reflexiona sobre ellas y aprende sobre ti mismo.